Llegue a una conclusión: personas exitosas (con las que he trabajado y admiro) coinciden en aspectos como son sus principios, su formación educativa, sus pasiones, sus valores, su estilo de vida, su imagen física y ¡hasta sus gestos!… increíblemente quede sorprendida de “tales” coincidencias que a continuación describo
1.- Tienen clara su misión en esta vida y aseguran de revelarnos a los que estamos cerca de ellos, cuál es su pasión o sus pasiones pues para ellos (as) es importante que nosotros conozcamos sus prioridades, y esta misión en su vida o pasiones pueden ser evidentemente que aman lo que hacen o que el trabajo sea un medio para conseguir el disfrute de esas pasiones.
2.- Son personas con carácter bien definido (o sumamente definido) y con ello me refiero a que son personas que difícilmente tienen cambios de humor y ante diversas situaciones de la vida personal y laboral se muestran serenos y con firmeza. Son personas que están siempre activas, nunca estáticas y regularmente siempre se encuentran haciendo alguna actividad extra a sus labores o actividades cotidianas y tienen que ver también estás actividades con su salud, su intelecto o afilando alguna de sus muchas destrezas.
3.- Recordé también que todas, absolutamente todas las personas que podía catalogar como “honorables”, tienen poca variación en su forma de vestir, es decir, son fieles a sus gustos personales y estas preferencias abarcan desde la estructura del vestuario, pasando por la calidad de las telas y llegando hasta los colores que utilizan repito, con los años tienen poca variación en su manera de vestir.
Remontándome a los orígenes del vestido el crítico literario, sociólogo y filósofo francés Roland Barthes, en sus obras literarias “Sistema de la Moda” (1967), profundiza y describe que el uso del vestido (atuendos o ropa) fueron inventados por el hombre para protegerse primeramente de la intemperie, después para ocultar su desnudez por pudor y más adelante como adorno para hacerse notar. Sin embargo, el autor creyó pertinente añadir una nueva función al vestido: la de significación. En relación a esto, afirma que llevar una vestimenta es un acto de significación, y por tanto, un acto social instalado en el corazón de la lógica de las sociedades.
EN CONCLUSIÓN: Nuestras ropas son utilizadas como lenguaje no verbal, independientemente del consumismo moderno, nuestras prendas hablan por nosotros y le dicen al mundo lo que pensamos acerca de nosotros mismos, de nuestras costumbres, de nuestros deseos: de amor, de reconocimiento, de poder, de nuestros ideales, expresan emociones, estados de ánimo y por supuesto cultura y poder adquisitivo, entre muchos otros aspectos.
Es por eso que me cayó como balde de agua fría el hecho de caer en la cuenta que a todas las personas que recuerdo con la etiqueta de “honorables” o de “imagen intachable” cuentan de alguna manera con la triada de características que mencione anteriormente. Por supuesto que hablo de generalidades, habrá también quien pueda llevar la etiqueta de honorabilidad sin cumplir “lo marcado, establecido o reconocido por la sociedad”. Hoy en día me visto muy diferente a comparación de años anteriores porque encontré la manera de proyectar quien soy y compartirlo ahora con mis clientas, no tiene precio.
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Matchmarker en Seis Grados y Socia Fundadora de Impacta LatinAmerica Group.