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El portero del edificio: una marca personal irremplazable

Una marca personal no se limita solo a profesionales en negocios, deportes o entretenimiento; en realidad, todos tienen una marca personal, incluido el portero de tu edificio. 

Recuerda: la marca personal es, aquello que dejas en los demás, las soluciones que ofreces, lo que te hace diferente.

Una historia de marca personal

Las historias cotidianas sobre personas que se convierten en figuras significativas y relevantes, sin la necesidad de ser reconocidas por millones, son valiosas y merecen ser compartidas.

Les comparto la historia de Don Félix, el portero del edificio donde vivo.

El retiro

Después de quince años de servicio, Don Félix se retiró del puesto de portero en el edificio en el que vivo. Era más que un empleado; era una institución. 

Anteriormente, había trabajado por muchos años en seguridad y logística en diversas empresas, hasta que decidió empezar su retiro en algo mucho más tranquilo para él.  Es un señor amable, y muy platicador, puedo decir que sabe vender, ya que nos habló de todas las cualidades del edificio y departamento en el que llegamos a vivir, hace apenas tres años. Realmente me convenció de que valía la pena vivir en el edificio.

Cuando llegó el día de su despedida, Don Félix se tomó el tiempo para decir adiós a todos los residentes, ya fuera mediante mensajes de WhatsApp o en persona, antes de irse a casa para comenzar su nueva etapa de vida.

La ausencia se siente

Los meses siguientes fueron caóticos. Seis diferentes porteros pasaron por el puesto, cada uno con su estilo, actitud y diferentes edades. A pesar de sus esfuerzos, ninguno logró conectar con los residentes de la manera en que Don Félix lo hizo. Se inundó el estacionamiento, se robaron unas plantas, los paquetes se acumulaban, los saludos eran forzados, y el sentimiento general era de desapego. El edificio había perdido su alma y seguridad.

El regreso inesperado

Entonces, un día (hoy que escribo esto), algo sorprendente ocurrió. Don Félix regresó. Había sido convencido por el administrador de volver, además de que amaba su trabajo; extrañaba su “lugar” en el edificio, las conversaciones con los residentes y la sensación de ser útil. Desde el momento en que puso un pie en el edificio, la atmósfera cambió. Su sonrisa, su ¡Buenos días!, y sus pláticas resonaban una vez más en la entrada del edificio. 

La Marca Don Félix

Los residentes notaron la diferencia de inmediato, ya había conversado con todos los que pasaron en la mañana por la entrada principal y había preguntado por los demás, enviando sus saludos. Don Félix siempre tenía una palabra amable para todos, recordaba los nombres de las mascotas y sabía exactamente cómo manejar incluso las situaciones más delicadas. No pasó mucho tiempo y ya todos sentimos que volvimos a la normalidad, o más bien, a lo que lo consideramos una seguridad verdadera.

Más Allá del Deber

Después de meses caóticos, pudimos darnos cuenta de que Don Félix conoce el edificio mejor que el administrador y todos los vecinos juntos. En cada situación se pensaba en él para solucionar o buscar una solución. Don Félix se sabe todos los trucos y situaciones a resolver, sabe vender y atender a las personas, y eso lo hace especial. También, su marca personal va más allá de sus tareas; él tiene la habilidad única de hacer que un edificio lleno de extraños se sintiera como un hogar.

Una marca irremplazable

Don Félix demostró que una marca personal no es algo que se pueda reemplazar fácilmente. Su regreso no solo mejoró el ánimo en el edificio, sino que también reafirmó la creencia en el poder de la amabilidad, la dedicación y la comunidad. Su legado, construido durante más de 15 años, recibió una segunda vida, y seguramente los residentes del edificio tendremos mejores días en su compañía.

Y así, a su manera discreta, pero impactante, Don Félix reafirmó que algunas cosas simplemente no tienen precio, y que la verdadera marca de un excelente portero es dejar una huella imborrable en los corazones de aquellos a quienes sirve.

Imagen: Unsplash

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