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PBEX México, 2018: primeros pasos, comunicación, autoconocimiento, imagen y valor en la marca personal

Amigo lector:

Soy el profesor cubano Vladimir Estrada, y tras extenderte un saludo muy cordial, me place mucho dar continuidad hoy a la serie de seis artículos que estoy desarrollando acerca del contenido temático, conceptual y metodológico que será compartido contigo por los casi treinta especialistas de cuatro continentes que participaremos como expositores en el Tercer Congreso Internacional de Personal Branding PBEX México, 2018, organizado de forma conjunta entre un grupo de profesionales de excelencia en el campo, encabezados y liderados por las excelentes Daniela Viek (Brasil, creadora en 2016 de estos eventos de alcance mundial) y Nancy Vásquez (México, líder de la empresa Integra Personal Branding, que organiza esta tercera edición del Congreso).

Sin más preámbulo para introducir el post, paso de inmediato a desarrollar para ti, desde la República Dominicana en que resido y trabajo, las cinco propuestas temáticas correspondientes a esta segunda entrega. Gracias por ser, por estar, por acompañarme hoy y siempre.

Personal branding: los primeros pasos

Hoy resulta ya una obviedad plantear que nuestra marca personal nace prácticamente desde que inician nuestras interacciones con el mundo que nos rodea (con la parte humana de ese mundo, of course, puesto que no marcamos a los caminos ni a los postes ni a los edificios ni a las máquinas, etc., etc., etc.; marcamos a personas). Esas interacciones, desde su comienzo, van definiendo una imagen nuestra en la mente de quienes interactúan con nosotros de uno u otro modo, y van dejando nuestra huella en ellos, provocando que nos recuerden y evoquen a partir de lo que haya ocurrido al interactuar, y de las formas en que les hayamos marcado en tales momentos/procesos. Hace un par de años propuse al respecto, en mi primer post como colaborador de Soymimarca, que “hay marca personal porque hay personas capaces de dejar huellas y memorias en su entorno; de otro modo, no estaríamos hablando del tema.

Pero una cosa es esa espontaneidad natural al dejar nuestra marca alrededor, y otra muyyyyy diferente es el proceso de gestión de nuestra marca personal: un proceso consciente, intencional, deliberado, enfocado al logro de objetivos concretos y medibles, y que debe tener siempre un carácter sistémico/estratégico: generando sinergias desde la integración de los diversos factores gestionados y procesos desarrollados, y construyendo futuros previamente visionados desde el momento actual, cuando arranca el proyecto. Y es en ese arranque donde se decide gran parte del curso ulterior del proceso.

Porque así como todo trayecto inicia con el primer paso, su calidad suele depender mucho de cómo ese primer paso haya sido dado. Y las bases de sustentación de cualquier proyecto se sientan antes de lanzarlo y en sus inicios; de ahí la enorme importancia de que los pasos de arranque estén bien concebidos y sean mejor ejecutados. Esa definición inicial de quiénes y qué somos, quiénes y qué queremos llegar a ser, en cuál entorno estamos y en cuál queremos estar (o inclusive cuál deseamos construir a nuestro alrededor), qué y cuánto valor estamos aportando hoy (y cómo lo hacemos) y cuál o cuánto valor deseamos aportar en el futuro (y de qué maneras, y bajo cuáles formas); y por supuesto, el diseño y la formulación de las estrategias para que nuestra proyección se haga realidad…todo ello es clave en un proyecto de personal branding, y definir todo ello forma parte de esos trascendentales primeros pasos.

  

La reconocida experta venezolano/colombiana en personal branding Verónica Sánchez (egresada del primer Postgrado Internacional de Personal Branding en el mundo -impartido por la Universitat Ramon Llull y coordinado por los colegas de Soymimarca-, y Certificada como Personal Branding Strategist por Reach Personal Branding, y también, por demás, mi colega en la labor académica), nos propondrá en PBEX México 2018 una aproximación especializada y pertinente a esa importantísima parte inicial de la ruta de gestión de una marca personal. Aún en 2011, en sus inicios blogueros, ella planteaba una propuesta base de su concepción del tema: “El Personal Branding, es un proceso que te permite identificar y definir tus objetivos de vida, tu misión, visión, lo que te apasiona y los valores que son pilares fundamentales para que tu marca sea congruente, pero sobretodo auténtica; además, te da herramientas para descubrir cómo eres percibido, identificar tus atributos y talentos que te hacen único, convertirlos en una propuesta de valor que genere beneficios, y aprender a comunicarla de forma clara, consistente y efectiva.

Interesante propuesta, ¿verdad? Pues veamos cómo nos enriquece ahora Verónica, para que manejemos mejor esos primeros pasos de la gestión de nuestra marca personal, tras varios años de su especializado andar por los caminos de la consultoría profesional y la formación académica en personal branding. ¡No te la puedes perder!

Comunicación y visibilidad de tu marca personal

¿Cómo comunicar y hacer visible, con pertinencia, calidad y efectividad, una marca personal? Esa es una de las cuestiones de mayor interés y complejidad en el ámbito del personal branding; y lo es por muy diversas razones, de las cuales te cito solamente cuatro:

La dificultad muchas veces presente para diferenciar entre marketing y comunicación (dos procesos diferentes, con múltiples puntos de contacto, con grandes espacios de complementariedad, y con disímiles integraciones entre ellos…pero DIFERENTES). Todo buen marketing -del tipo que sea, y en cualquier entorno- requiere e involucra comunicación; pero no toda comunicación tiene necesariamente un interés ni una intención mercadotécnica (aunque muchas sí los manifiestan, en función de sus objetivos). 

El manejo comunicacional inadecuado de la dicotomía off/on, que debería ser gestionada como una complementariedad sinérgica entre ambos entornos, en pos de generar y proyectar la tan necesaria y tantas veces ausente coherencia comunicacional entre los espacios virtuales y los no virtuales en los cuales tenemos presencia (y que por demás, no debería generar nunca tratamientos comunicacionales divergentes ni mucho menos antagónicos -como tanto ocurre-, pues muchas veces, lamentablemente, ello provoca disonancias de impacto muy negativo para la marca que se comunica y se pretende visibilizar).

La falta de comprensión de que comunicar es un proceso al menos bidireccional y preferiblemente multidireccional (especialmente en el personal branding, por razones obvias).

Y finalmente, por algo que muchos autores que proponen contenidos sobre estos temas no abordan con suficiente frecuencia, en mi opinión: el propio hecho de ser una marca personal, ya implica y significa per se que ha existido algo de comunicación, puesto que somos marca por haber marcado, y haber marcado implica necesariamente haber dejado algo de nosotros en otras personas, y ello obligatoriamente significa que algún mensaje nuestro les ha llegado, lo han recibido, lo han procesado de alguna forma, y nos han posicionado de uno u otro modo en sus mentes a partir de ello. Esto no implica que haya existido gestión comunicacional; implica, simplemente, que hemos comunicado. La clave es, al igual que para los anteriores tres factores enunciados: ¿CÓMO LO HEMOS HECHO, Y CÓMO DEBERÍAMOS HACERLO

Pues en esto inciden también al menos otros dos elementos. Uno, la frecuente confusión entre visibilidad y posicionamiento, que constituye un mito bastante extendido; y otro, la imprescindible convicción que debemos tener acerca de que “en términos de marca personal, todo comunica.” Todo. Todo. Tooooodooooo. Como suele afirmar desde hace mucho tiempo el Maestro Guillem Recolons, todo deja marca.

Mi destacado colega académico mexicano, el Profesor Arturo González, Doctor en Ciencias de la Información, investigador y experto en comunicación, en innovación social y en personal branding, y quien ha organizado además Congresos Internacionales en cuyos foros y debates se integran estos temas, tiene muchísimo tiempo trabajando a nivel de excelencia sobre ellos; y nos propondrá en PBEX México 2018 su visión experta sobre cómo podemos y debemos comunicar nuestras marcas personales para conseguir la mayor y mejor visibilidad posible ante los públicos que nos interesan (no necesariamente nos tiene que interesar todo público), y el mayor y mejor posicionamiento posible en sus mentes: ambos logros son condiciones críticas para convertirnos en su opción preferente.

Mira cómo se presenta Arturo en LinkedIn: “Se dice de mí que soy un ser libre, visionario y explorador. Alegre y con sensibilidad para escuchar. Yo me defino como una persona creativa, comprometida y que brinda la confianza para que otros compartan sus sueños y llevarlos a cabo juntos. Comunicólogo en la extensión misma de la palabra. Me dedico a la investigación científica en el área del personal branding y la innovación social.” ¡Yo no me lo perdería! ¿Y tú?

Autoconocimiento: la base del personal branding

Como es bien sabido, la base fundamental de un buen posicionamiento de marca personal es el cumplimiento de la propuesta de valor que hacemos a nuestros diferentes públicos. Propuesta que define el modo en que pretendemos y proponemos ayudarles a mejorar sus vidas, y cuya materialización se expresa en la forma en que aplicamos nuestras competencias  al desempeño requerido para poner en práctica las soluciones requeridas por ellos. O sea: la mejor combinación posible entre nuestro mejor ser y nuestro mejor hacer, en pos de obtener el mejor y mayor nivel posible de logro.

Ahora bien: con respecto a esto, cabe formularnos algunas interrogantes:

¿Cómo saber con qué contamos para aportar ese valor, y qué nos falta para poder hacerlo, o lo que viene a ser lo mismo, nuestras fortalezas y nuestras debilidades?

¿Cómo conocer cuáles son las formas en que más y mejor aprendemos y crecemos, de modo que podamos transitar desde nuestro estado actual hacia el que necesitamos alcanzar, para aportar todo el valor que allá afuera se espera de nosotros?

¿Cómo identificar nuestros verdaderos y más profundos motivos, esos que aún sin nosotros haberlos identificado o explicitado (y/o tras haberlo hecho), nos mueven a la acción en uno u otro sentido, y nos hacen perseverar en ella?

¿Cómo tener tan claros como nos sea posible cuáles son nuestros principios y valores, esas ineludibles normas que definen lo que somos y constituyen la base de nuestras actitudes y comportamientos en la vida, y que además, entre otras mil cosas, nos definen como profesionales y establecen los marcos morales para nuestra actuación como tales?

Y finalmente por ahora -pues hay mucho más en este tema-, ¿cómo saber muy bien lo que nos gusta y lo que no nos gusta, lo que rechazamos porque no nos motiva y lo que preferimos porque nos hace sentir más felices y cómodos? ¿Cómo identificar claramente eso que florece y fructifica dentro de los espacios que definen y enmarcan nuestra zona de confort, esa tan famosa zona de la cual (coincidiendo con el gran experto, Maestro Alfonso Alcántara) “no tendríamos que salir jamás, sino hacerla cada vez mayor, para generar en y desde ella -y aportar al entorno- cada vez más valor?”

Pues el proceso que nos permite todo ello se llama Autoconocimiento, y como fácilmente puedes apreciar, es imposible conseguir un buen posicionamiento como marcas personales si no lo practicamos, no solo al inicio de nuestro proyecto de personal branding, sino de forma sistemática a lo largo del mismo, que nunca debe concluir sino con nuestra partida hacia otros planos. Porque los humanos nos transformamos constantemente, sobre todo en un mundo que cambia literalmente cada día y nos impone la obligación de cambiar para poder vivir en él; y debido a ello, el valor que debemos aportar también va cambiando en función de las siempre cambiantes necesidades de los públicos a los cuales servimos, y nuestro potencial de contribución también debe ir evolucionando en igual sentido. Y entonces, si no nos conocemos muy bien en cada etapa o momento del trayecto, pues… ¿Cómo sabremos cuál y cuánto valor podemos aportar, y cómo podemos hacerlo?

Los muy apreciados colegas de Soymimarca han definido y trabajan el autoconocimiento como el primer momento y el punto de partida de su tan reconocido y efectivo Modelo del Iceberg para la Gestión de Marca Personal. Y como espero que haya quedado claro, si no nos conocemos muy bien, no sabremos cuáles son ni cómo estamos en cada una de las cosas que pueden convertirnos en una marca personal de alto impacto positivo, e inclusive (una vez más) en la opción preferente para nuestros públicos.

Todos lo necesitamos mucho, ¿verdad? Pues la destacada coach y personal brander mexicana Rubí Flores nos trae a PBEX México 2018 un grupo de propuestas conceptuales y metodológicas acerca de cómo conseguir un nivel de autoconocimiento que nos permita sentar bases genuinas y efectivas para la gestión de nuestra marca personal. Ella define a sus clientes del mundo empresarial así: “…son  las personas que conforman la empresa, y lo que yo les ofrezco son herramientas de productividad y desarrollo personal que les permita un desdoblamiento para que sean más felices en su trabajo, más eficientes y más rentables. Que logren más y mejor en menos.

Y en el ámbito del personal branding, ya en consultorías a escala individual, Rubí propone a sus públicos preguntas como estas:

¿Qué te hace único?

¿Dónde estás ahora?

¿Qué quieres lograr?

¿Qué te apasiona?

¿Cuáles son tus mejores estrategias?

De verdad, de corazón, amigo lector…¡Yo no pienso perdérmela, y te sugiero que tú tampoco lo hagas!

La imagen es más que un outfit

Hace mucho tiempo se viene dando la evolución del concepto imagen, desde lo puramente visual, hacia una visión mucho más abarcadora, integral e integradora; cabe mencionar en dicha evolución, los conceptos de imagen personal e imagen de marca, los que integrados -y junto a otros diversos elementos- han ido generando y constituyendo la esencia del concepto Imagen de Marca Personal (te recomiendo la lectura del ebook que aquí te he enlazado). Te traigo estos conceptos como los hitos de contenido que a mi parecer resultan clave  en función del tema de esta serie de artículos: el Tercer Congreso Internacional de Personal Branding PBEX México 2018.

Nuestra imagen es, define y describe el modo en que somos vistos, percibidos y sentidos, y en gran medida a partir de ello, valorados y posicionados en la mente de nuestros públicos. Rebasa ampliamente el “ver” meramente físico (como bien afirma Nancy en Twitter, “no se trata verse bonito, es mucho más: se trata de hacer la diferencia creando percepciones y sensaciones.”); e incluye muy profundamente el pensarnos -pensar en nosotros– a partir de la forma en que marcamos a las personas que nos piensan tras habernos visto, percibido y sentido en nuestros andares por la vida; o sea, a partir de lo que somos, hacemos y logramos, y de cómo les impactamos gracias a todo ello. Para nuestros públicos, nuestra imagen integra valores y principios no visibles en nuestro interior, pero sí claramente identificables en nuestras actitudes y conductas, si ellas son genuinas; por ejemplo, el modo o los modos en que somos capaces de cumplir nuestra propuesta de valor, esa promesa gracias a la cual hemos ocupado un lugar en sus mentes.

Otro elemento clave de nuestra imagen es el modo en que somos capaces de distinguirnos, de diferenciarnos de los demás concurrentes y convertirnos en únicos, en los espacios sociales o profesionales que habitualmente compartimos; a ello me he referido hace algún tiempo como “construir nuestra voz propia y expresarnos desde ella en la gestión de nuestra marca personal.” Y eso incluye obviamente nuestros outfits, pero también nuestra forma de trabajar, de relacionarnos, de comunicarnos, de crear, de innovar, de liderar…en fin, de SER.

Y no es posible sobrestimar la importancia de este tema: nuestra marca personal es, básica y esencialmente, la imagen de nosotros que existe en la mente de los demás.

Me surgen (y te propongo) algunas preguntas al respecto:

¿Cómo integrar adecuadamente los diversos elementos que la componen?

¿Cómo equilibrar la presencia y manifestación de esos diversos elementos en nuestros procesos relacionales, considerando que son los demás quienes reciben, definen y posicionan nuestra imagen en sus mentes…y a partir de ello, toman decisiones que nos afectan?

¿Cómo saber otorgar a cada uno el lugar y la prioridad que le corresponde en uno u otro momento de nuestras interacciones sociales, o en uno u otro de los diferentes entornos en los cuales solemos tener presencia?

Y finalmente, ¿cómo gestionar de forma equilibrada los aprendizajes que requerimos para desarrollar cada una de las esferas que integran y definen el impacto de nuestra imagen, lo sepamos o no, lo sintamos o no, y sobre todo, nos guste o no?

La experta en imagen Ceci Murillo nos trae desde Colombia a PBEX México 2018 un grupo de propuestas de mucho valor e interés para aprender a trabajar con efectividad estos importantísimos aspectos de nuestro personal branding. Ella es Especialista en Comercio Exterior y Logística, Asesora de Imagen y Personal Shopper, con liderazgo en el Emprendimiento Social y Colectivo. Su proyecto personal es Moda para el SER, y busca ver la moda como parte de la esencia de conectar la apariencia con el crecimiento y la fortaleza personal desde los valores, y del que se han dicho en los medios de comunicación cosas tan hermosas y edificantes como las que puedes leer en este enlace: “Una agenda que dignifica a la mujer”…¿Crees que sería inteligente perderte algo de tanto valor e impacto en el Congreso? ¡Yo, NO!

El jugador más valioso: sé un MVP

¡Most valuable player!

Este título, que entraña la aspiración suprema de todo atleta en el deporte de alta competición -sobre todo en las disciplinas colectivas; en las individuales hay otros galardones-, tiene implicaciones y requerimientos que no son únicamente de índole competitiva; o sea, no dependen solo de los resultados obtenidos por el deportista en el sentido estrictamente atlético (lo que se conoce en el argot del ramo como “los números” o de modo más cercano a algunos públicos –como el de mi Cuba bella, un pueblo deportivo donde los haya-, “los numeritos”). Hay otras muchas cosas asociadas a ese valor que hace ser a un atleta “el más valioso”: entre ellas, las relaciones humanas, el liderazgo, el trabajo en equipo, el carisma bien entendido y bien gestionado, la capacidad inspiracional y motivacional, la solidaridad, el respeto al público, y especialmente, su ética deportiva y su ejemplo personal.  Y todos conocemos casos de atletas que en diversas disciplinas brillaron o aún brillan por sus números, y sin embargo, están lejos de ser considerados como los más valiosos jugadores de sus respectivos equipos, debido a que allí “nadie les soporta”, o a que no ayudan ni apoyan a ningún compañero, o a que su luz resulta taaaannn brillante que, casi literalmente, deslumbra, enceguece e invisibiliza  al resto de sus coequiperos, y ellos, las superestrellas, los emisores de taaaannnnnto brillo, se empeñan en destacarlo por sobre las virtudes del resto, y no hacen nada por descender de su olimpo particular (tales egos son pésimos compañeros de viaje para las marcas personales de sus dueños, verdad, querida amiga y excelente colega Eva?) Y esto, para no llegar a los casos de quienes logran sus tan destacadas performances con base en prácticas ilegítimas y hasta ilícitas. Ese es un tema para otros momentos.

En el otro extremo, están los casos como el de un absoluto extraclase del campo y pista, sin la menor duda el velocista más grande que ha existido: Usain Bolt, el jamaicano inmenso e inigualable tras cuyo retiro el atletismo de velocidad pura queda, mundial y literalmente, vacío. Como expresaron (¡entre otros muchos!) dos reconocidos medios, en pleno desarrollo de su última y memorable competencia oficial:

“…creo que después de Bolt vamos a atravesar el desierto, y no sólo en cuanto a marcas se refiere, sino a esa capacidad de asombrar y divertir que tenía Bolt, a esa capacidad de deslumbrar incluso a los que sólo se acercan al atletismo cuando él compite. Ese carisma no se entrena. Es un don especial que el hombre de Sherwood Content (en la parroquia de Trelawny, Jamaica) tenía ya con quince años, cuando se proclamó campeón mundial júnior en Kingston, la capital de la isla caribeña.,” y

ahora el atletismo ya tiene un problema: después del jamaicano no hay nada. Pese a su derrota, Bolt se marcha con ocho oros olímpicos y 11 en Mundiales, un registro todavía ampliable… En la última década, Bolt reinventó la velocidad, descubrió el vértigo, aceleró la Tierra.”

Pero este nada después de Bolt, no implica solo la excelsitud deportiva del atleta, sino también el hecho de que este “…ha cambiado para siempre, con su tremendo carisma sumado a su fácil y muy cómoda relación con los públicos, la cara y el perfil de la industria del deporte de alto rendimiento. Ha enamorado, fidelizado y fanatizado a todos los públicos, propios o ajenos, geográfica, económica, histórica y culturalmente cercanos o distantes, sin excepción alguna –caso único y posiblemente irrepetible en el tan complejo mundo del deporte-.” (Dicho sea de paso: pronto publicaré un trabajo sobre la competitividad de una marca personal, y este excepcional atleta es uno de mis casos de estudio. La cita que has leído en este párrafo es un breve fragmento de ese texto).

Un deportista de alto rendimiento es, en múltiples sentidos, un modelo profesional de amplio alcance e impacto social. Pero además, es un símbolo de lo que puede ser hecho y logrado con el esfuerzo y el sacrificio personal, y de cómo todo ello puede coexistir con la más genuina calidad humana. Su impacto está determinado por sus logros atléticos, y también por sus desempeños humanos, tanto al interior del team en el cual compite como hacia los públicos que disfrutan su performance y que constituyen la base de su éxito y su popularidad. Y su marca personal es definida a través del modo en que es capaz de integrar todo ello y hacerlo igual de atractivo para los diferentes segmentos de un diverso y complejo conglomerado social: los públicos que disfrutan sus actuaciones, los medios de comunicación, sus competidores individuales, la industria deportiva, los patrocinadores, los organismos rectores del deporte a todos los niveles, los equipos competidores del suyo que aspiran a ficharlo, los jóvenes practicantes del mismo deporte que sueñan con ser como él, etc., etc…

¿Cómo se puede conseguir esto? ¿Cómo logra un atleta convertirse en una marca personal deportiva igualmente atrayente para tantos públicos con intereses diferentes, y además, trascender de un modo igualmente positivo para todos ellos? ¿Cómo se logra conciliar y armonizar la excelencia deportiva con la excelencia humana, e impactar y marcar con excelencia gracias a ello, siendo el del deporte un mundo tan proclive a la exaltación de los egos, y habiendo -además- taaaannnnnto dinero involucrado en ello?

Y no es para nada un asunto sencillo. Pues como bien lo afirma el reconocido experto en personal branding deportivo Javier Zamora (entrevistado en el blog del veterano y también muy reconocido experto en comunicación Carlos Agrasar), “tener éxito deportivo te abre muchas posibilidades pero no significa que estés construyendo una marca personal sólida.

Yo reconozco mi absoluta pasión por el deporte y me enorgullezco de ella (de hecho, fui deportista durante casi dos décadas, y hasta entrenador voluntario durante unos tres años). Pero eso no nubla mi objetividad para proponer al respecto: este tema puede tener un altísimo impacto sobre el desarrollo integral de la niñez y la juventud en todas partes (o sea, sobre el futuro de la sociedad humana), y en virtud de ello, la gestión de las marcas personales de los deportistas de alto rendimiento exige de ellos mismos un esfuerzo consciente para conseguir los mayores niveles posibles de integración entre excelencia deportiva y calidad humana; y de sus personal branders, mucha seriedad profesional y un elevado rigor metodológico y educativo, para que los seres humanos cuyas marcas personales ayudan a gestionar, puedan devenir los modelos correctos que ellos deben ser para las nuevas generaciones.

El destacado personal brander Johnny Durán nos llega desde Colombia a PBEX México 2018, con su muy comprometida apuesta profesional por la marca personal deportiva. Como él mismo ha afirmado recientemente en Twitter, “el deporte es el mejor campo de pruebas para valores, habilidades, hábitos y estilo de vida.”; y se define en su blog como “…esa persona que coloca el talento para los demás, pendiente del bienestar común,  al servicio de los demás, colaborando e intercambiando conocimiento, encontrando talento y resaltando lo mejor de cada uno.” Se reconoce deudor profesional y muy cercano ser humano al ya mencionado colega Javier Zamora (personal brander deportivo, autor colaborador en Soymimarca, académico y Doctor en Ciencias de la Comunicación con la Tesis Doctoral “La gestión de la marca personal deportiva. Hacia la profesionalización de un sector de futuro.”). Con su demostrada profesionalidad, y estos avales, Johnny Durán ha devenido sin dudas un valor muy importante para el personal branding deportivo en Latinoamérica, y tiene muchísimo que decirnos y aportarnos al respecto: su filosofía de trabajo es “…primero va el ser, luego el hacer y finalmente el tener para lograr los objetivos y metas que nos trazamos, una vez iniciamos este camino de la construcción de marca personal deportiva.

Y tú, amigo lector…¿piensas perderte la seguramente relevante ponencia de Johnny? ¡Yo no te lo recomiendo! ¡Allí nos vemos con él!

Amigo lector:

Hasta aquí mi segunda entrega en esta serie temática sobre el ya muy próximo Congreso Internacional PBEX México 2018. En breves días tendrás aquí mismo la tercera de ellas, con mis comentarios sobre otros cinco temas de los que serán abordados en el Congreso; mientras tanto, ve preparando tu maleta, reservando tu boleto, y alistando alma y mente para que disfrutes y aproveches esta gran oportunidad de poner a crecer y seguir poniendo en valor tu marca personal. ¡Alerta, pues! ¡Nos vemos muy pronto!

Recibe un brand/abrazo de tu siempre amigo…

Vladimir

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